«Apenas la vimos, empezamos a los gritos: ES ELLA, ES ELLA, ES ELLA… Era Barby; estaba agachada y hecha un ovillito en el suelo. Teníamos mucho miedo que pasara cualquier cosa: Desde que saliera alguien de los pastizales o que la nena esté lastimada. Nos acercamos y cuando nos vio, enseguida extendió sus bracitos. No me olvido más. Tambaleándose, la nena se paró como pudo. Y enseguida me dijo: ‘Abrazame, abrazame’. Yo la tomé en mis brazos sin saber cómo podía reaccionar ya que no nos conocíamos. La tapé con mi campera, mientras los otros chicos llamaban a la policía. No lo olvido más: La abracé fuerte, muy fuerte y empecé a pasarle la mano por su espalda fría. Luego la subimos al auto».

Quien lo cuenta es Karen Lell, una de las chicas de la localidad de Seguí, que aquella madrugada de marzo se enteró que en Viale se había perdido una nena. No lo dudó ni un instante y salió junto a un grupo de amigos a buscarla por el camino de tierra. Junto a Karen, fueron de la partida Alexis Beber Vera, Walter Cerrudo y Denise Escobar.

La historia había comenzado unas horas antes de ese domingo 12 de marzo. Barbarita Urchueguía Chiardola, de 7 años, se había ausentado sin dejar rastros. Durante varias horas de aquella noche, nadie supo nada de ella, pese a la intensa búsqueda de familiares, policías, bomberos, inspectores y vecinos.

Cientos de linternas, reflectores y camionetas iluminaron campos, arroyos, pastizales. Había muchos lugares donde podía estar. Es que la casa de la nena es lindera al campo y al arroyo. Además, el camino de tierra que une Viale y Seguí se encuentra a escasos metros de su casa. Era como buscar una aguja en un pajar.

La nena perdió el sentido de la orientación y caminó largo rato por el camino vecinal. Cuando su cuerpito no pudo más y luego de cuatro horas, Barby se detuvo al costado del camino, en una cuneta. Solita, había caminado ocho kilómetros desde su casa.

El resto de la historia es conocida: A las 3:45 de la madrugada, luego de ser hallada por los jóvenes de Seguí, la nena fue llevada en patrullero a la comisaría de Viale. Allí, el Médico constató que la chiquita estaba en buenas condiciones de salud.

Pasó el tiempo, y hace unos días, los jóvenes volvieron a re encontrarse con Barbarita. Esta vez, en una cálida tarde y en una plaza de Seguí, rodeados de juegos y hamacas. Lejos de la eterna soledad de aquella noche.

Ahora, y a diferencia de esa fuerte experiencia que todos vivieron una fría madrugada de marzo, todo era abrazos y charlas entre Barby, su familia y los jóvenes seguienses.

Atrás había quedado un desesperante momento de angustia para todos.

Por delante, la calidez y energía del sol de media tarde ya era la señal más clara de lo que estaba por venir.

Fabricio Bovier