Cuestiones del destino, pero el hombre falleció un 1° de abril y el 2 de abril lo enterraron. Corría 2005 y habían pasado 23 años de la guerra. 23 años exactos.
César Rafael Pérez era un Sub Oficial del Ejército oriundo de Nogoyá que desempeñaba tareas en el Hospital Militar de Curuzú Cuatiá (Corrientes).
El hombre intervino en la guerra hasta una semana antes de la rendición. Aquella jornada, debió ser operado en la carpa sanitaria de Malvinas y luego derivado de urgencia a Comodoro Rivadavia. De allí, al Hospital Militar de Buenos Aires por el agravamiento de su estado de salud.
En plena guerra, Pérez debió ser trasladado en un vuelo sanitario que logró evitar ser detectado por el radar enemigo.
Con el paso del tiempo logró recuperarse, pero las secuelas fueron severas.
«Jamás habló de la guerra con nosotros. En familia, fue un tema que nunca pero nunca pudimos tocar». Quien lo cuenta es Mercedes, su hija.
«Quizás, fue una forma de protegernos y de protegerse», entiende.
«Él se levantaba siempre de madrugada y caminaba un rato por la casa. Nosotros no podíamos entender aquella situación», explica la mujer.
«Cuando le preguntábamos algo de la guerra, cambiaba de tema o prefería quedar en silencio. Nunca hablaba sobre Malvinas».
Muchos años después les confió el motivo de aquella actitud repetitiva de todas las noches. Fue la única vez que tocó el tema con su familia.
Les explicó que todas las madrugadas, los ingleses efectuaban vuelos rasantes sobre las trincheras, con la única finalidad de generar temor y no dejar dormir a los soldados argentinos.
Tanto Mercedes como sus hermanos entendieron recién ahí el por qué de aquella actitud que su papá seguía repitiendo en las madrugadas.
El gesto de Bauti
Bautista Demartín tiene 11 años y no alcanzó a conocer a su abuelo César Rafael Pérez en vida. Sólo por fotos y por las historias que sus padres y su abuela le contaron.
Este 1° de abril, Bauti decidió compartir algo con sus compañeritos de de la Escuela N° 12 «José Manuel Estrada». El pequeño nunca había hablado del tema en su curso, pero esta vez las cosas fueron diferentes.
Aquella jornada, Mercedes, su mami, le preparó en la mochila varios objetos: Dos fotos de su abuelo y las chapas de identificación militar, que el mismo Ejército le había entregado al conmemorarse diez años de la guerra.
«Bauti nunca había hablado del tema en su escuela. Pero este año fue diferente, ya que hace unos días encontramos una imagen de mi papá en un video. Allí se lo veía acostado en una camilla, minutos antes que lo sacaran de Malvinas. Cuando le mostramos esa foto a Bauti, él de inmediato quiso llevarles esa imagen a sus compañeritos del grado», explicó Mercedes.
Así, durante la clase, el chiquito les mostró a sus amigos aquellos objetos de gran valor para la familia. «Este es mi abuelo y fue a la guerra», les explicó. El resto de la clase quedó en absoluto silencio, escuchando las historias que tenía para contarles.
«Para Bauti, fue una forma de conocerlo y acercarse un poco más a su abuelo y a su historia de vida. Él quiso compartirlo con sus amigos; quiso mostrarles que su abuelo había participado de una guerra», contó su mamá.
Porque ya sabemos (y Bauti así lo dejó muy claro), los únicos héroes que mueren son los que se olvidan.
Fabricio Bovier/NuevaZona