«Sólo se muere cuando se olvida. Y yo nunca te olvido». (Película «Coco»)
El 15 de septiembre de 1997 significó un antes y un después para la familia de Villolo y Lucía Méndez. Ese día, fallecía en un grave accidente Cachito Méndez, a la edad de 23 años.
Desde ese momento y a partir de allí, ya nada sería igual.
«Fue un quiebre, un antes y un después para todos nosotros; algo que nunca podremos olvidar. Mi casa, desde ese momento, comenzó a tener olor a tristeza. El olor a tristeza es algo que se percibe, que se siente». Quien lo cuenta es Noelia, hermana melliza de Cachito.
«Todos sentimos un tremendo dolor, pero el dolor de un papá y una mamá que pierden un hijo debe ser algo incomparable».
Hoy, a punto de cumplirse 22 años de su partida, Noelia decidió contar su experiencia y compartir en palabras lo que debe atravesar una familia cuando la vida golpea de esta forma.
«Mis padres fallecieron muchos años después del accidente, pero ya nada volvió a ser igual», cuenta.
«Uno busca salir adelante como puede. Algunos se aferran a Dios, como fue mi caso y el de mi mamá. Mi papá, sin embargo, se enojó mucho con Dios y con la vida. Y uno debe respetar y entenderlo, porque no es nada sencillo atravesar algo así».
«A mi madre, acercarse a Dios le ayudó muchísimo. Pero mi papá lo tomó de otra manera y hay que entenderlo».
Cachito era un ser de luz. Por entonces se desempeñaba como soldado voluntario en Villaguay. Era un joven sin maldad y extremadamente sencillo.
«Cada uno de nosotros elaboró el duelo como pudo. Tanto yo, como mis otros hermanos y mis padres, pudimos salir. Es importante hacer el duelo en su momento y no dejarlo para un futuro», explica.
«El duelo hay que hacerlo, ya que es una etapa que debe pasarse. Algunos tardan menos y otros más tiempo en hacerlo. Pero es muy necesario».
Los cumpleaños
Al principio, Noelia no quería saber nada de su cumple y menos en celebrarlo. La ausencia seguía doliendo hasta los huesos y no quería ni pensar en festejar un año más de vida.
Pero el paso de los años y la llegada de sus hijos ayudaron a tomar las cosas desde otro punto de vista. «A mi hermano lo recordamos cada día que pasa y lo tenemos siempre presente, muy presente».
Por ello, en un momento comprendió que había que levantarse y reponerse. Y volver a celebrar su cumple con su familia y amigos, sería también una manera de seguir celebrando la vida.
Se puede salir
Para los papás de Cachito, el golpe fue tremendo. Sin embargo, hubo un hecho que los ayudó a sobrellevar mejor la situación: la llegada de los nietos.
«Hay salida; hay que buscarle la vuelta. Uno puede salir adelante. Nosotros pudimos, pese al dolor. Fue algo que nos pasó y nos tocó afrontar.
Para Villolo y Lucía, la llegada de los nietos fue algo que los fortaleció. «Ellos se desvivían por sus nietos. Verlo a mi papá jugar a la pelota con uno de sus nietitos o verla a mami darle un abrazo a su nieta y ocuparse de ellos, fue algo que los ayudó muchísimo en su vida». No es poco; les hizo recuperar una sonrisa.
«Hoy, mis hijos y mis sobrinos los recuerdan con muchísimo cariño y los tienen presentes cada día. Recuerdan los abrazos y anécdotas de sus abuelos. Lo mismo que a mi hermano, a quienes ellos no conocieron porque aún no habían nacido. Sin embargo, yo siempre les conté todo sobre Cachito. Conocen su historia y lo que hacía. Saben que está en el cielo y lo tienen muy presente, a pesar que no lo conocieron».
Lo dice la canción de la película Coco, y es también una manera de que aquellos que partieron, sigan estando aquí:
«Recuérdame. No llores, por favor. Te llevo en mi corazón y cerca me tendrás»