(Obreros de la Autovía 18: Un relato sobre los laburantes del asfalto)
Martes, 3 de la tarde. El sol raja la tierra y las nubes ni siquiera brillan por su ausencia, ya que hace días no aparecen por estos lares. Arboles, pocos. Sombra, menos. Ni siquiera una leve brisa que permita tomar algún respiro fresco de a ratos. Sol puro y nada más. Y la ruta, que está ahí, quieta e inmóvil. Tan caliente que su presencia recuerda que el calor también puede entrar en el cuerpo desde el suelo y por los zapatos.

La maquinaria pesada y esos motores que levantan temperatura hasta por las dudas. Y el tierral que vuela por todos lados y los automovilistas que no hacen caso a un hombre que desde el medio de la ruta agita una bandera de peligro, haciendo señales de «PARE».

El sol, la ruta, la maquinaria pesada y unos tipos que desde el volante de un moderno coche y creyéndose Fórmula Uno, ponen en riesgo la vida de unos hombrecitos color naranja.

«Todo trabajo tiene sus pro y sus contra», me dijo alguien un día. Y estaba en lo cierto. Pero seguramente hay trabajos que por la época del año, por el rol que cumplen o por las condiciones extremas a que están expuestos, los contra son mucho más contra que las ventajas que pueden ofrecer los pro.
Y a eso lo saben los hombrecitos color naranja. Muchachos que desde bien temprano salen a la ruta con su bolsito, sombrero y un bidón con hielo y agua.

Actualmente, en la empresa José Cartellone SA, encargada de la construcción de uno de los tramos de la Autovía 18, trabajan 182 operarios. Si bien algunos realizan tareas administrativas o de mantenimiento en el obrador, la mayor parte de los empleados lleva adelante los trabajos en la cinta asfáltica. Y si bien lo hacen con las medidas de seguridad que la ley exige y con vestimenta acorde a la tarea que realizan, el calor es calor. Aquí y en la China.

Afortunadamente, ya van quedando pocos días de temperaturas altísimas. Al menos, eso aseguran los meteorólogos.

Y mientras los estudiosos del clima prometen que la ola de calor irá aflojando, los hombrecitos parecen pequeños si uno los mira desde la ventanilla del auto, con el Aire Acondicionado a full. Pero al observarlos con detenimiento, nota que de chiquitos tienen poco. Al advertir lo que hacen estos laburantes del asfalto, uno cae en la cuenta que estos tipos son realmente gigantes.

Fabricio Bovier