Lorena tenía tan solo nueve años cuando su mamá Cristina recibió la peor noticia que una madre pueda escuchar: La chiquita padecía cáncer. Desesperada y sin saber bien cómo seguir, al principio todo era confusión e incertidumbre. Pero Cristina siguió y decidió no bajar los brazos.
En pocos días dejaron Viale y se vieron en una habitación del Hospital Garrahan de Buenos Aires, en una cama rodeada de aparatos, cables y medicamentos. Corría el mes de mayo de 2006.
Sabían que debían hacer frente a eso que les había tocado en la vida; eso que sólo pueden entenderlo quienes lo han pasado.
Una tarde (una de las tantas tardes de su internación), una persona entró a la habitación donde se encontraba Lore y su mamá Cristina y les contó de la existencia de la Fundación «Make a Wish» («Pide un deseo»).
Se trata de una organización sin fines de lucro que se dedica a cumplir los sueños de niños y niñas con enfermedades graves, «para enriquecerlos con esperanza, fortaleza y alegría».
Cuando Lore escuchó de lo que se trataba, enseguida pidió su deseo largamente postergado: «Quiero una bicicleta roja», dijo la nena.
Una fría mañana de junio de aquel 2006, alguien llamó a la puerta de la habitación. Cuando la abrieron, apareció reluciente, brillosa y con un enorme moño. Era la bici roja con la que había soñado Lorena. Ahora estaba ahí, cerquita suyo, al lado de su cama y esperando su pronta recuperación para ponerse a andar.
La Fundación Make a Wish es la organización más grande del mundo que concede deseos de niños.
En Argentina ya ha logrado cumplir más de 6300 deseos a chiquitos de los hospitales Garrahan, Elizalde y Gutierrez.
«No podemos asegurar que con la realización de deseos se agreguen días a la vida del niño, pero sí estamos seguros de agregar VIDA a sus días», explican desde la Fundación.
Y están en lo cierto. No pueden asegurar a través de los deseos cumplidos que se agreguen días a la vida de los chiquitos. Pero sí que han logrado agregar mucha VIDA a los niños. Y de eso no hay ninguna duda.
(Fabricio Bovier)