Lo escribe la dirigente docente Yohana Fucks, delegada de la filial Viale de la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (Agmer), que todos los días viaja desde su ciudad a Paraná, para dar clase en la Escuela N° 204 Libertad, en Paraná. Viaja a dedo.
Su diario, que publica en Facebook como “El diario de una maestra”, sirve para contar, según dice, la vida “de una docente, la alocada aventura de educar.. sus alegrías, tristezas, angustias, recompensas, triunfos y miedos en esta maravillosa tarea”. Postea fotos divertidas en medio de la desazón, y ha conseguido casi 1.400 seguidores.
Este es el último post que escribió:
“Febrero, 12.
Hoy fue un día agotador por el calor que hasta esta hora sigue sofocando el aire.
Mi escuela es una tapera, un edificio perdido entre maleza y monte de yuyos. Caños rotos inundan sectores externos e internos. El tanque de agua debe estar tapado en mugre, pues el agua sale sucia y sabemos que le falta parte de la tapa para cubrirlo completo, por tanto desde tierra hasta excremento de aves puede mezclarse con el agua que beben nuestros alumnos, si esto no se soluciona antes del inicio de clases.
Los directivos gestionan los reclamos vía formal pero no llegan respuestas. Nosotros convocamos a los medios, pedimos urgente solución, es un lugar en condiciones infrahumanas para desarrollar nuestro trabajo. Los ordenanzas no pueden cortarlo porque no tenemos máquinas que nos robaron varias veces y porque cuando uno de ellos fue alcanzado por el rebote de una piedra en la frente, el seguro no lo cubrió ya que sus cargos son para mantenimiento del edificio no del predio. Gestionamos infinidad de veces el cargo de jardinero y nunca lo crearon. Tampoco podemos cortarlo nosotros o los padres, no sólo porque no corresponde, sino porque también quedamos indefensos ante cualquier accidente o enfermedad que dicha acción nos genere. Es indignante ver las imágenes. La escuela parece rural, y esta a media cuadra de una de las principales arterias de la ciudad de Paraná. Y eso que estamos en emergencia por el dengue!
Al regreso, luego de exponerme a un safarí en la jungla para retratar el estado de mi escuela, no teníamos colectivos ya que venía completo, el servicio sigue siendo terrible y el costo del boleto aumentó sin previo aviso. Levantamos un cartel con el nombre de nuestro pueblo y un matrimonio nos llevó gentilmente desde el interior de la ciudad hasta las afueras y desde allí hicimos dedo nuevamente para volver a la ciudad. El calor era para desmayarse, y el asfalto hervía. Pero la sonrisa no podía faltar si queríamos tener suerte.
Qué injustos aquellos que juzgan tan livianamente cuando salimos a pedir aumento salarial, no nos alcanza para vivir pero sí nos debe sobrar coraje para no abandonar esta labor noble que hace un aporte humano incalculable a una sociedad carente de valores y principios. Mientras existan maestros con ganas de cambiar el mundo, las generaciones que vienen tendrán esperanzas. No soy perfecta, pero soy comprometida y defensora de mi profesión porque sé del tesoro que es la educación. Hay que temerle más a ella que a la guerra.”
(Fuente: Entre Ríos Ahora)