En la mayor parte de las parejas, la llegada de los hijos se sueña, se anhela, se espera. Algunos antes, otros después. Pero generalmente, toda pareja confía en convertirse en padres en algún momento de sus vidas.
Ellos hacía tiempo que estaban buscando. Pero no lo lograban. Así fue que en un momento decidieron consultar al Médico.
Estefanía Del Prado y Mariano Franicevich, de ellos se trata esta historia, no bajaron los brazos ni se desanimaron.
«A mí me habían diagnosticado Endometriosis antes de casarme. Por ello tuve que operarme dos veces, lo que hizo que perdiera bastante fertilidad. El tejido del endometrio, que debe crecer en el útero, crece en otros lugares, como vejia, recto, y también en los ovarios».
Mariano también se hizo estudios, que determinaron cierta dificultad en su organismo. El panorama no era demasiado alentador y el tiempo seguía pasando.
La primera etapa fueron las relaciones programadas. «Te inyectan una droga y se estipula cuándo la pareja debe mantener relaciones sexuales para poder concebir», explica ahora Estefanía. Pero el tratamiento no logró incrementar las posibilidades.
Así fue que decidieron intentar mediante Fertilización asistida. El resultado de la primera vez que lo hicieron dio negativo. Idéntica situación se repitió durante el segundo, tercero y cuarto intento. Nada.
Aunque la ansiedad siempre, pero siempre, juega también un rol bastante importante, conocían casos de parejas que también habían pasado por situaciones similares y habían logrado quedar embarazados luego de un tiempo o después de algunos años de espera e intentos varios. Pero eran conscientes también que había muchas parejas que no lo habían conseguido.
Luego de cinco intentos, entendieron que la Fertilización asistida ya no sería factible. Por eso emprendieron el camino de la Fecundación in vitro. Es una técnica que extrae el ovocito femenino para fecundarlo fuera del organismo de la mujer con espermatozoides obtenidos previamente del hombre.
Probaron una, dos y más veces. En total, cuatro intentos de Fecundación in vitro. El resultado, otra vez calcado: Negativo.
«En el medio de cada uno de los tratamientos, los Médicos te van practicando otro tipo de estudios, algunos de los cuales son muy invasivos y con dolor», cuenta Estefa.
Después de cinco intentos fallidos de Fertilización asistida y cuatro de Fecundación in vitro, en junio de 2013 se aprueba en nuestro país la ley de fertilidad, que permitía gratuitamente a todas las parejas el tratamiento para buscar un hijo. Volvieron a intentarlo una y dos veces más. Pero otra vez nada.
Un largo recorrido
En sus inicios, la pareja comenzó el primer tratamiento en Viale. Y no hubo resultados. Luego fueron derivados a Paraná, donde tampoco consiguieron el objetivo. De allí partieron a Institutos especializados de Rosario y Buenos Aires. Pero nada. El tiempo pasaba y la cuestión emocional, con esa mezcla explosiva y dolorosa de ansiedad, nervios y angustia seguía jugando su partido.
«Yo no quería quedarme sin haber realizado todas las técnicas y posibilidades que existían. Quería agotar las instancias para decirme el día de mañana: Si no quedé embarazada fue porque Dios así lo quiso y no porque no lo intenté», reconoce hoy.
Padre Ignacio: «Ya me vas a traer al bebé»
Durante mucho tiempo, la pareja concurrió todos los años a visitar al Padre Ignacio, de Rosario. «Y la respuesta del Padre era siempre la misma: ‘Ustedes van a quedar embarazados de manera natural’. Pero siempre seguíamos en lo mismo y el embarazo no llegaba», cuenta hoy Estefa.
«La última vez que fui al Padre Ignacio, volvió a repetirme lo mismo. Y yo, entre angustiada, descreída y hasta enojada con la vida, le dije que ya me había hecho muchísimos estudios y tratamientos y no lograba nada. Pero él, sabiamente y con toda la paz, volvía a repetirme lo mismo: Que yo quedaría embarazada de manera natural».
«Antes de despedirme, y mientras yo seguía muy enojada con el Padre ya que siempre me reiteraba lo mismo, me dijo: ‘Ya me vas a traer al bebé’.
Test positivo
Agosto de 2.016. Después de ocho años de búsqueda e intentos infructuosos, un día llegó la noticia. «El test dio positivo. No entendíamos nada. La llamamos de inmediato a la doctora de Rosario, que era la que me había hecho el último tratamiento».
«Hacete hoy mismo un análisis de sangre especial, que se denomina conteo de beta», pidió la Médica.
Para sorpresa de la pareja (y también de la Doctora), el análisis confirmó la grata sospecha: Estefanía tenía un embarazo de seis semanas.
«Fue un milagro. La Médica no lo podía entender. Simplemente me dijo: ‘Aquí, nosotros no tenemos nada que ver’. Las posibilidades que la ciencia ofrecía ya eran prácticamente nulas».
«Un milagro», vuelve a repetir Estefa.
«La Doctora, desde la ciencia, no se lo explicaba. Pero nosotros sabemos que fue un milagro».
Vuelta al Padre Ignacio y pedido de disculpas
«Cuando quedé embarazada, fuimos nuevamente a visitar al Padre Ignacio. Le pedí disculpas por lo que yo le había dicho la última vez que habíamos estado con él. Reconocí que tenía razón», cuenta.
El sacerdote no les dijo nada. Sólo sonreía. Como sonríe también hoy Juli, esa beba que es un sano remolino, que no puede quedase quieta, y que representa la alegría diaria en este hogar.
Fabricio Bovier