Sólo habían pasado unos días desde la rendición argentina en Malvinas, cuando el vialense Abel Rodríguez volvió a su pueblo procedente de las Islas.

Desde el sur partió a Buenos Aires y luego a Entre Ríos. A Viale llegó en un colectivo interurbano que iba hasta Villaguay y que lo dejó en el acceso al pueblo. En aquel lugar, no sólo estaban sus padres y familiares, sino cientos de vecinos.

Una inmensa caravana lo aguardaba para acompañarlo. Y ese momento único y especial pudo ser conservado para siempre, gracias a que Estela Sione (quien hoy ya no está entre nosotros), retrató con su cámara Nikon aquellos abrazos eternos y lágrimas retenidas  en lo profundo del corazón.

La primera foto que tomó Estela fue la de Abel abrazando a su madre. No debe existir en este mundo una postal más tierna y dulce que esa fotografía: La del ex combatiente fundiéndose con su mamá. Era el recibimiento luego de la guerra. Era el abrazo que todos necesitábamos.

(Fabricio Bovier)