Faltaban apenas tres minutos para que culminara el miércoles, cuando nuevamente se puso en marcha aquella maquinaria festiva que lleva por nombre Fiesta Nacional del Asado con Cuero. Estaban todos: ancianos, adultos, jóvenes y niños. Deportistas y no tanto. Dirigentes y funcionarios. Vecinos.

Faltaban unos pocos minutos para el inicio del jueves, cuando una intensa lluvia se desató en la ciudad de Viale, la localidad donde se ubica el predio de la V Azulada:  Aquel que cobija durante cuatro noches a miles de personas que llegan de todo el país a comer el mejor asado de la Argentina.

No fue la primera vez que el encendido del fuego inicial (que durará hasta el lunes próximo) se hace bajo agua. El señor clima (y el de arriba) se han empecinado en poner a prueba a los organizadores y hacer aún más grande su desafío anual de llevar a cabo la Fiesta sea como sea, y bajo el clima que les toque.

Pasó otra noche inicial, aquella de las antorchas que nacen en los cuatro puntos cardinales. Esas que parten desde jóvenes manos, entrelazadas a otras manos con varias arrugas.

Otra vez, otro miércoles donde reinó la emoción y alguna que otra lágrima. Bienvenidos a la Fiesta.