Tus sueños no quedaron truncos, Emi. Tu lucha incansable y sin cuartel por tu querida Universidad, tampoco. Quienes tuvimos la posibilidad de cruzar con vos charlas o intercambio de opiniones, sabemos que nada de lo que hiciste fue en vano.
Porque sabíamos de tus convicciones y de tu valentía para decir lo que pensabas en lugares no siempre afines ni sencillos.
Tuviste muchas virtudes, Emi. Pero me quedo con una: No te estancaste en el discurso bonito, sino que demostraste lo que pensabas dando tu propio ejemplo.
En medio de muchas lágrimas, esta tarde te han rendido un gran homenaje. Desde hoy, tu nombre no está en cualquier lugar, sino en ese sitio que siempre defendiste como es la Universidad pública.
Abrazo al cielo, hermano. (FB)