“Las mejores ofertas, calidad y responsabilidad”, reza el lema del Corralón Americano. Aunque no piensan lo mismo las decenas de personas que pagaron millones de pesos por materiales que nunca les fueron entregados.
Jonathan E. fue denunciado en la Fiscalía de Paraná por haberse quedado con altas sumas de dinero de clientes en una megaestafa que dejó muy caliente el ánimo de personas de Paraná, de varias localidades de Entre Ríos y hasta de otras provincias.
El mecanismo de la estafa perpetrada por el hombre, que sería oriundo de Córdoba, según se informó a UNO sobre las denuncias coincidentes de muchas víctimas, consistía en cobrar por adelantado los pedidos de materiales para la construcción mediante depósitos, transferencias o en efectivo.
El hombre otorgaba plazos de entrega de los mismos, que tras su vencimiento iba postergando y dilatando con argumentos falaces. Por ejemplo: “Estoy viajando a Córdoba porque tengo los camiones parados allá, porque los choferes se gastaron la plata del combustible” (el denunciado no tiene ningún camión). O que estaba esperando que le paguen una deuda. Siempre como si fuera una víctima de terceros.
La publicidad de las ofertas las hacía principalmente en Facebook, en los distintos grupos de compra-venta donde muchas personas ya han sido víctimas de embaucadores. Pero además el negocio existía y funcionaba con los movimientos de mercadería de cualquier corralón en calle Pronunciamiento y avenida De las Américas, de Paraná.
Entre los damnificados no hay solo clientes, sino también proveedores y hasta un empleado a quien no le pagó el sueldo.
Las estafas comenzaron hace aproximadamente tres meses, y cada día surgen nuevas víctimas que se enteran de que no son las únicas y se suman a las denuncias y reclamos judiciales de personas de Paraná, Nogoyá, Rosario del Tala, Diamante y Crespo, Don Cristóbal y de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Corrientes y Chaco.
En la Unidad Fiscal de Paraná se evalúan las medidas a adoptar, y los damnificados que dialogaron con UNO esperan urgentes allanamientos para recuperar el dinero que, más allá de lo que haya gastado, debe estar en algún lado.
Ahora, lógicamente, el hombre desactivó su línea telefónica y el corralón no existe más. Un mujer que sería familiar de Jonathan E. atiende y dice que el comercio cerró y que no sabe dónde esta su dueño.
UNO
