Hace algunas semanas, en el Periódico NuevaZona publicamos la historia de Esteban Acosta, el muchacho que construyó a fuerza de pulmón y sacrificio una bicicleta de dos asientos.
Pero como este último tiempo Esteban comenzó a sufrir la falta de trabajo, no encontró más remedio que poner en venta su bicicleta larga. Es que necesitaba juntar dinero para retirar una cortadora de pasto que aún espera en el taller. Antes tenía una moto guadaña más grande, pero se la robaron y sólo le queda la que ahora está en reparación.
«Con el dinero que pueda juntar al vender mi bici, podré retirar la cortadora», explicó Esteban en aquella nota anterior.
Sin embargo, algo ocurrió estos días y el muchacho ya no tendrá necesidad de vender su preciado vehículo de dos asientos. Afortunadamente, la solidaridad otra vez dijo presente. El mismo día que el caso de Esteban tomó estado público, Alejandra se comunicó con nuestro medio para decirnos que le regalaba al muchacho una bicicleta que ya no usaba. Esa misma tarde la llevó al taller de Pato, quien la puso en marcha y no quiso cobrar ni un solo peso para ponerla a punto.
La historia no termina aquí. José (un vialense que no olvida sus orígenes), le hizo llegar dinero a Esteban. Con esa plata, el muchacho ya podrá retirar su ansiada cortadora de pasto.
La actitud de estas personas posibilitará que el muchacho nuevamente pueda contar con su herramienta de trabajo. Y no sólo eso: Los gestos de estos vecinos permitirán que Esteban otra vez vuelva a creer. Porque cuando la solidaridad se hace presente, el camino siempre -pero siempre- es menos sinuoso.