No tenía 13 años cuando hizo su primer asado. Antes, de muy niño, lo ayudaba a su padre con los preparativos de la leña y el fuego. Pero casi al pisar los 13, decidió probar suerte solo. Sin acompañamiento de su papá. «Que salga lo que salga», pensó. Y lo que finalmente salió gustó tanto a los comensales que aquella parrilla con carne se convertiría en el primero de una serie larga, larguísima de asados.
Así fueron los inicios de Luis Antonio Villagra, a quien de manera inmediata debemos llamar por su apodo si pretendemos que la gente caiga de quién estamos hablando. No resulta sencillo para «Galletón» hacer una estimación de cuántos asados ha hecho a lo largo de su vida. Pero hay datos que permiten acercarnos a un posible número.
«Sólo en la estancia ‘La Providencia’, de José María, hice a la parrilla alrededor de 500 animales», cuenta. Y enseguida caemos en la cuenta. En aquel campo, Don José recibía de manera casi semanal a cientos de amigos, proveedores y clientes de la empresa, donde los agasajaba con un asado. Y quien se encargaba precisamente de asar era -ni más ni menos- que Villagra.
«Desde 1.975 hasta 1.990, hice unos 500 animales en La Providencia. A Don José le encantaba recibir amigos en su estancia. Y yo era el asador oficial», explica nuestro entrevistado.
Pero no sólo hubo asados en aquel establecimiento agropecuario. Galletón, durante años, se encargó de manejar el fuego y la parrilla en numerosos eventos sociales como cumpleaños, casamientos, fiestas de Quince.
La lista sigue: Algunos recordarán los tradicionales Festivales de la Solidaridad que organizaba el Hospital Dr. Castilla Mira. Allí también asaba. Y todavía más: carne con cuero de iglesias, cooperadoras, clubes, Fiesta Nacional del Asado con Cuero, entre otras instituciones. Galletón, firme junto al fuego.
Una estimación realizada por la familia Villagra y sus allegados, arroja un posible número: En estos más de cincuenta años, el hombre ha realizado entre 2.700 y 2.800 asados.
Pero este año hubo un hecho que lo marcó. En abril pasado, debió someterse a una cirugía donde le colocaron un stent. «Ahora ya estoy bien y otra vez en el ruedo. Pero me aconsejan no andar tanto», cuenta.
Estamos en su casa, al lado del carro que desde hace años es su vehículo y con el que realiza las tareas diarias para llevar adelante su pequeña granja. Frente a su vivienda, una caña larga hace las veces de mástil, donde flamea la celeste y blanca.
Antes de irnos, y luego de hacer un par de fotos junto a la bandera, le hacemos la pregunta del millón: «Por qué te dicen Galletón», queremos saber. «Surgió cuando éramos niños e íbamos a la Escuela 102. A todos nos ponían sobrenombres», explica. Y enseguida enumera los apodos que recibieron sus hermanos desde chicos y para toda la vida: «Masa, Cogote y Caramelo. Y a mí me quedó Galletón». (Fabricio Bovier)
(Foto: Comisión Nacional del Asado con Cuero)