Cada uno cuenta su vivencia. Algunos tiene cierta dificultad para hablar, pero eso no les impide darse a entender. Se quieren, se respetan, son como una gran familia. Y si bien tienen sus diferencias naturales, nada es obstáculo para convivir.
En el geriátrico del Hospital Dr. Castilla Mira de Viale, viven actualmente 14 abuelos. Apoyados y contenidos por el personal de la institución, a diario llevan a cabo diversas actividades: Dibujo, manualidades, artesanías, huerta, jardinería.
Del techo de la galería cuelgan más de cincuenta «atrapasueños» y «ojos de Dios». Se trata de confecciones propias de los abuelos. «Hacerlos les encanta», cuenta Silvana, enfermera del lugar.
Llenos de colores y de vida, estas manualidades sorprenden en lo alto de la galería. «Para hacerlos, utilizamos lana y palitos de brochet», me explica Juan, uno de los abuelos.
Hay varios poetas y recitadores: A Chano Albarenque le encanta contar historias. Oscar «Mulato» Zapata detalla su paso por Viale FBC como 9 goleador y enumera uno a uno a los integrantes de su equipo. Cirilo no pierde tiempo y de inmediato saca un largo recitado de la galera. Luego aparece Felisa y se abre camino para regar su planta, obsequio de sus hijos.
Poemas, artesanías y dibujos no es lo único que llevan a cabo. En septiembre del año pasado, comenzó a funcionar en un amplio terreo del geriátrico la huerta orgánica. «La idea de este taller fue en primer lugar compartir un espacio a fin de fortalecer la solidaridad intergeneracional, creando una oportunidad y un marco singular para mejorar el conocimiento, el intercambio y colaboración entre generaciones desde una actitud de respeto y apoyo mutuo», explicó la Psicóloga Rosina Badaracco. Don Miño es el encargado de la huerta y es un verdadero especialista en la temática.
No estuvieron solos en la implementación del proyecto. En sus inicios participó la Escuela Integral Nº16 «Pasitos al Futuro» y la Escuela Secundaria Nº14 «Palmas de Yatay», quienes colaboraran con la preparación de la tierra y la siembra. Luego se fueron incorporando personas de la comunidad y familiares que también ayudaron.
Esta actividad fue muy positiva para los ancianos que se ocuparon de la tarea. Así, «contemplar día a día el fruto de su esfuerzo y los cuidados realizados, fue muy gratificante para todos», explicó Rosina. Es que el cultivo de las hortalizas fue acompañado de largas charlas y experiencias interpersonales.
«Somos una gran familia», me cuenta Sonia Godi, encargada del geriátrico. «La Patrona», le dicen cariñosamente a Sonia los abuelos. «Aquí entre todos nos apoyamos», explica Don Albarenque. Y el resto coincide.
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Cómo ayuda la huerta a los abuelos
La organización del trabajo en la huerta responde a la base de los lineamientos pensados en el Geriátrico del Hospital. En primer lugar, evitar la tendencia a la inactividad y el impacto de la institucionalización, aún cuando esta se realiza en las mejores condiciones posibles. Así, para mejorar la calidad de vida y la salud de las personas, se busca desde la entidad una serie de actividades.
El trabajo en la huerta conlleva una serie de tareas que son terapéuticas en varios aspectos: ayuda a las personas a desarrollar nuevas habilidades manuales; promueve la movilidad (ya sea dentro de las instalaciones como en el propio huerto); fortalece la ubicación temporal; estimula la atención, la memoria y facilita la comunicación y las relaciones interpersonales.
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Un lugar con muchos colores
No es gris ni oscuro. Tiene luz. Y muchos colores. En el geriátrico del Hospital, los abuelos realizan diversas actividades. Pero hay una en la que se engancha la mayoría y a la que todos le dedican tiempo, ganas y corazón: Los dibujos de mandalas.
Es que más allá de una expresión artística, los mandalas ayudan a relajarnos y a desconectarnos. Pintarlos es un ejercicio sencillo, agradable y muy positivo para quien lo lleva a cabo. Lo saben (y lo comprueban periódicamente) los abuelos.
(Fabricio Bovier. NuevaZona)