«Darío, queremos ver Mi Villano favorito», le pide uno de los chicos del barrio. «Darío, esta semana poné una de suspenso», solicita una de las adolescentes. «Sería lindo una de Porcel», aclara uno de los vecinos que ya peina algunas canas.

El hombre encargado de llevar el cine al barrio es Darío Schonfeld, maestro jubilado hace apenas unos meses y que si bien cesó su actividad educativa, no dejó de lado sus ganas de seguir haciendo cosas. Y en ese seguir haciendo cosas, hoy se encuentra a la cabeza de un proyecto de cine comunitario para niños, jóvenes y familias de Aldea San Antonio, pequeña localidad rural ubicada a dos kilómetros de Ruta Nacional 18.

«El establecimiento donde yo trabajaba (Escuela 94 Juana Manso) contaba con proyector. Pero como la escuelita tuvo que cerrar el año pasado, ya que no quedaban niños en edad escolar, consulté a las autoridades gubernamentales si nos prestaban el equipo. Enseguida nos dijeron que sí», explica Schonfeld a NuevaZona sobre el origen de la iniciativa. Actualmente, en Aldea San Antonio funciona otra escuela primaria. Y este año volverá a abrir sus puertas la Escuela Juana Manso.

 

Enorme pared blanca

Era mayo del año pasado y como las noches eran muy frescas, decidió proyectar las primeras películas en el salón de la Junta de Gobierno. Pero el lugar quedó chico enseguida por la concurrencia y por ello tuvo que pensar en otra alternativa. Fue así que cuando comenzaron a llegar los primeros días de calor,  Schonfeld se preguntó por qué no aprovechar el frente del salón parroquial, una enorme pared blanca de más de seis metros de ancho y con muy buena altura.

No lo pensó dos veces y un fin de semana instaló el equipo, tapó el portón del salón con un telón claro, distribuyó los dos parlantes en ubicaciones estratégicas y enseguida puso PLAY. Todo estaba listo: Aquella noche, y por primera vez, el barrio se convertía en una gigantesca sala de cine a cielo abierto.

Los vecinos respondieron de inmediato. Algunos se instalaron con sillones y mate en el pastito. Otros -los más tímidos- prefirieron ver la película desde sus veredas. Y los más chiquitos aprovecharon las ubicaciones preferenciales que ofrecía el cine: las hamacas. Es que desde los juegos del parquecito también se puede ver y escuchar nítidamente lo que ofrece la enorme pantalla al aire libre. Los peques ni lo dudaron. Durante un rato, y con galletitas y jugo, transformaron aquellas hamacas en cómodas plateas mecedoras.

Desde que comenzó la iniciativa, Schonfeld ha proyectado en el barrio más de veinte películas al aire libre. Este finde fue el turno de «El planeta de los simios: La guerra». El film es nuevito: se estrenó hace apenas unos meses en todo el mundo. En esta oportunidad, no sólo tuvieron la posibilidad de disfrutarla los chicos de grandes ciudades que pueden pagarse una entrada a modernos cines.  Este sábado, los niños y adolescentes de Aldea San Antonio también pudieron ver la peli. Gratis, comiendo galletitas y bajo la luz de la luna.

(Fabricio Bovier / NuevaZona)