En un abrir y cerrar de ojos, su mundo se le derrumbó…

Corría 2012 cuando sufrió un duro -durísimo- golpe al perder trágicamente a su esposo.

En aquel momento, y en cuestión de minutos, todo se le vino abajo. En un parpadeo, se vio de repente sola, y con dos hijos muy pequeños. Todo demasiado cuesta arriba.

Sin embargo, Zulma Borgetto, “Susy”, pudo levantarse, tomar aire y volver a luchar. No sin obstáculos; no sin dolor. Pero pudo.

“Desde hace un tiempo me siento bien. Antes vivía más presionada o quizás porque mis hijos eran muy pequeños. Pero ahora, al ver que ellos crecen, ya me siento mejor”, cuenta en diálogo con NuevaZona.

-¿Advertís que tu fortaleza sirve de ejemplo a tus hijos?

-Ceo que los hijos se reflejan en uno y en lo que uno representa o les muestra con su ejemplo. Eso les va quedando.

-¿Cómo se hace para salir adelante cuando el golpe de la vida es tan grande?

-Creer en Dios ayuda mucho y Dios te da fortaleza. Si no, no se entendería como uno puede superarlo.  Dios te da fuerzas, pero uno también tiene que poner su parte.

-¿Te enojaste en un momento con Dios?

-Si, tuve mis momentos de enojo. Pasé tres años sin ir a la iglesia. Estuve enojada con Dios, sobre todo a partir de 2012, ya que ese año se juntaron muchas cosas. Creo que ese enojo le debe pasar a mucha gente cuando le toca atravesar una situación de dolor. Pero no perder la fe y seguir por el buen camino, ayuda a seguir viviendo.

-¿Cómo fue ese reencontrarse con Dios?

-Hay cosas que uno no llega a entender por qué le pasan. A veces, no llega a comprender por qué le toca perder a gente que uno ama. Sin embargo, hay que seguir, ponerse fuerte, pensando también en los hijos. A veces miro para atrás y pienso: Cómo logré seguir. Y creo que la fe en Dios y la personalidad de uno es lo que posibilita superarse.

Susy tiene una frase que la acompaña desde hace unos años: “Hubiera querido que muchas cosas hayan sido de modo diferente, pero no todo se puede elegir en esta vida. La única elección es ir hacia adelante y no rendirse jamás”.

Además de frase de cabecera, este texto de Paulo Coelho representa el espíritu y la fuerza que Susy le pone todos los días a su vida. Sin dudas.

(Fabricio Bovier)