Como la historia de la mayor parte de los emprendedores, la de Fernando D’Agostino no fue la excepción. Su interés por fabricar antenas satelitales surgió un día a partir de una necesidad. Fue luego de comprar una antena en Buenos Aires para su video-cable local.
Pero el equipo que adquirió no dio el resultado esperado, pese a las promesas iniciales del vendedor. Fue así como se preguntó: ¿Y por qué no fabricarlo nosotros?
Y desde ese día, tres décadas atrás, no paró más con la fabricación de antenas parabólicas.
El emprendimiento surgió en los años ochenta, con el nacimiento y desarrollo de numerosos video-cables a lo largo y ancho del país. Una naciente industria demandaba un importante desarrollo de antes y equipos satelitales. Y hacia allí apuntó D’Agostino.
Como todo emprendedor, tuvo años buenos pero también de los otros. Sin embargo, nunca bajó los brazos. Logró sortear varias crisis de nuestro país, pero nunca abandonó la actividad.
Hoy por hoy, la PYME fabrica antenas para video-cables y canales de aire. Pero también para Hipódromos, emisoras de AM y FM, iglesias y empresas de comunicaciones.
Sus equipos se han instalado en la mayor parte de provincias argentinas. Y hubo antenas, incluso, que hace un par de años cruzaron la frontera y -vía intermediario- se montaron en la República Oriental del Uruguay.