Carlitos y sus hermanos quedaron solos desde muy chicos. Papá ausente y mamá que falleció trágicamente cuando eran pequeños, los cuatro de un día para otro quedaron sin nadie y a la buena de Dios.
Sin tíos, primos mayores ni otros familiares que pudieran darle contención, los pequeños se vieron un día recorriendo hogares y fríos pasillos, buscando cobijo en brazos que no pudieron hallar en otro lado.
Dos hermanitas fueron adoptadas. Pero los dos varones no corrieron igual suerte. Hoy, cuando está a punto de cumplir sus 18, Carlitos sigue viviendo en la Residencia de Jóvenes Roque Sáenz Peña, de Viale.
Pero en pocos meses más tendrá que abandonar el lugar. ¿Adónde iré? Es la pregunta que le ronda en su cabeza desde hace tiempo. ¿Adónde irá Carlitos? Es una pregunta que se hacen quienes conocen y entienden la situación del muchacho.
El joven tiene un corazón enorme y su pasión son los animales. Ama los perros, los gatos, los caballos. Alimenta y cuida a diario a los cerdos y gallinas de la granja que tiene el Hogar.
Sueña poder trabajar algún día en una granja o un establecimiento rural. Pero necesita que se le abran las puertas. Que alguien le de una mano. Carlitos nos necesita.
No pide mucho. De niño se acostumbró a tener casi nada. Una puerta que hoy se le abra, podría significar un gran paso para el joven. Y así, quizás, empezar a mirar el horizonte con otros ojos.
(Fabricio Bovier)