Se llama Juan Carlos Ríos, pero todos lo conocemos como «Melo». Fue durante años (o mejor dicho, décadas) el vendedor oficial de girasol y garrapiñada en domas, partidos de fútbol y en la recordada Expo Viale.
Nació en Viale en 1.958 «pero me anotaron mal», aclara. Este año debería cumplir 58 años y sin embargo -según su documento- hoy tiene 55.
Hace casi quince años que se fue a vivir a la localidad de Florencio Varela, corazón profundo del Gran Buenos Aires, donde está radicada una de sus hermanas. «Allí trabajé en el Mercado de Frutas y luego regresé a Viale», explica. El regreso del que habla se concretó hace apenas dos meses.
En nuestra ciudad vive en calle Almirante Brown 544, a escasos metros de la cancha del CA Arsenal. «Acción Social del Municipio colaboró conmigo para reparar el techo de una pieza que se llovía mucho y también me donaron una cama», cuenta.
Aquí vive junto a su hermano en una precaria vivienda, mitad ladrillo, mitad madera. Y mucha chapa. No cuenta con cocina a gas, «ya que no tengo garrafa, porque me sale más de mil pesos el envase y no puedo comprar uno», sostiene. Por eso cocina en lo que alguna vez fue una churrasquera, donde hace fuego con leña y maderitas que consigue en la zona. «Casi siempre preparo guiso, ya que me rinde bastante».
Actualmente, Melo vive de una pensión nacional («la mínima, de 3 mil pesos», cuenta). Por sus problemas en las piernas, se le hace muy difícil hacer changas. Su objetivo es poder adquirir algo de mercadería para luego revender: «Cuando pueda volver a viajar a Buenos, pienso traer medias y soquetes para vender acá».
Hace algunos años, su familia fue noticia luego de sufrir el incendio de dos piezas de la humilde casa donde vive. Afortunadamente, lograron sobreponerse a semejante hecho. Sin embargo, el estado de su casa es una dura y cruel postal de la realidad en la que vive Melo.
Entre las urgencias que hoy tiene, figura conseguir una garrafa, entre otros elementos de primera necesidad. Quien posea una y pueda donarla, se agradecerá enormemente. Por estas horas, la palabra solidaridad vuelve a golpear a nuestra puerta.