Sebastián Mascherano, hermano del jugador del Seleccionado nacional de fútbol, brindó una charla en Viale sobre prevención de drogas y alcohol.

En diferentes encuentros y desde la mañana hasta la noche, este adicto en recuperación pudo brindar su experiencia de vida ante casi 1.200 jóvenes, adolescentes y adultos de Viale y zona.

“Quienes nos convertimos en adictos somos personas débiles, vulnerables. No todos se enferman, pero sí todas las personas tienen problemas. Y generalmente el problema empieza en casa, por más que los padres crean o quieran creer que los chicos trajeron el problema de afuera, de la calle”, arrancó Mascherano.

“En todas las familias hay dolores, mentiras, angustias, muertes, pérdidas, culpas. Todo eso forma a un adicto. Y en aquellos que somos débiles o vulnerables y nos sentimos heridos por cuestiones de la vida y no podemos poner en palabras aquello que sentimos, encontramos en la droga la única manera de vivir y soportarlo”, lanzó el referente.

“Hablen, hablen, hablen. Con sus padres. Y si sus padres no los escuchan, con su abuelo. Y si su abuelo tampoco los escucha, con un tío. O con un maestro, o un sacerdote, o el Profe de fútbol. Hablen, cuenten lo que les pasa. Nunca dejen de hablar”, pidió en tono casi de ruego.

El hermano del futbolista recorre el país brindando una serie de charlas sobre prevención del consumo problemático de drogas y alcohol, y llegó a Viale bajo la organización del Área de Cultura, Deporte y Educación del Municipio local.

Oír lo que cuenta Mascherano tiene gran valor y significancia, ya que el hombre no habla desde la teoría, sino que lo que narra es su propia experiencia de vida. Pues todo cambia cuando alguien deja la teoría de lado y comparte su propio testimonio. Y Mascherano cuenta lo que  vivió y  padeció en carne propia durante 18 años de su vida.

Después de algunas de las charlas que brindó aquí, hubo chicos que se acercaron a contarle su experiencia personal y sus problemas con las adicciones. Y seguramente, a partir de mañana, algunos de esos chicos podrán pedir ayuda a sus padres. O su abuelo, o a algún tío. Y si ninguno de ellos lo escucha, a un cura o a su profe de fútbol.

Porque, como dijo Mascherano: hablen, hablen, hablen. Pidan ser escuchados. Si a partir de estos encuentros se logra que al menos un solo pibe pueda buscar ayuda, ya habremos dado un gran paso. (Fabricio Bovier)