El último domingo, los argentinos fuimos testigos del debate presidencial entre Daniel Scioli y Mauricio Macri, en la previa de una instancia inédita en nuestra democracia como es el balotaje. Escuchamos las visiones de dos proyectos de país totalmente distintos. Uno que apunta al ajuste, la devaluación, a las recetas del pasado y otro que mira al futuro con desarrollo e inclusión.
Lo expuesto por los dos candidatos a presidente dejó muy claro que hoy tenemos que elegir entre dos modelos económicos, políticos y sociales muy diferentes. Un modelo que viene de la mano del ajuste, la devaluación de nuestra moneda, la apertura indiscriminada al mercado y el endeudamiento. Un modelo que conocemos bien porque lo vivimos en el pasado y sabemos que tiene consecuencias que no deseamos volver a vivir: desempleo, flexibilización laboral, caída del salario, destrucción de la industria nacional. Por otro lado, tenemos un modelo –aunque prefiero llamarlo un programa político- que apuesta a subirnos al tren del desarrollo, con un Estado presente, inclusivo, con industria, ciencia y tecnología.
Las últimas elecciones dejaron de manifiesto que hay disconformidad en algunos aspectos de nuestro presente y es por eso que hemos ido asimilando las críticas constructivas para tener un programa político y económico más inclusivo, más representativo, que nos haga ser un gobierno a la altura de los desafíos del presente. Queremos cambios pero no queremos cualquier cambio.
No queremos un cambio que signifique poner nuestra economía de rodillas ante el Fondo Monetario Internacional o los fondos buitres como pretenden Macri y su equipo, como lo han manifestado públicamente desde el primer día en que se inició el conflicto con el fallo del juez Griesa. Por el contrario, queremos una banca al servicio del desarrollo argentino, que le de vitalidad a la industria nacional, que mejore el acceso al crédito de las pymes y productores locales, que dinamice las economías regionales. Apostamos a la inversión productiva y a buscar apoyo en organismos internacionales porque formamos parte de una economía mundial, pero no a cualquier precio, no a costa de hipotecar nuestra soberanía.
Sabemos que hay problemas de competitividad y que la crisis nos impondrá limitaciones en el comercio internacional, pero también sabemos que la mega devaluación que proponen los economistas de Macri (como lo planteó explícitamente Prat Gay cuando dijo que quería el dólar a 16 pesos) termina en aumento de precios y deterioro del salario de los trabajadores. La apertura indiscriminada al mercado puede acabar con puestos de trabajo locales. Por eso confiamos en buscar la competitividad por la vía de bajar los costos del transporte y de logística, como dice Scioli. Queremos una competitividad que venga de la mano de agregar valor a la producción porque eso significa más ciencia, tecnología y trabajo. Porque eso significa poner en funcionamiento un esquema de más y mejor producción.
En el debate, Scioli preguntó y repreguntó a Macri acerca de su plan económico sin lograr una respuesta. Tampoco obtuvo respuesta de por qué Macri votó en contra de la recuperación de YPF, que nos dará la soberanía energética. O en contra de recuperar la administración de los fondos de la ANSES, que hoy sirven para tantas políticas de Estado cruciales como el plan Conectar Igualdad, la Asignación Universal por Hijo o Procrear.
Detrás de la palabra cambio hay distintas ideas. Hay cambios que nos impulsan hacia adelante y otros que significan un retroceso. Quizás el Argentina Debate haya servido para que cada uno pueda ver mejor qué hay detrás de cada cambio propuesto, y para que pueda elegir en función de sus intereses.
El gobierno entrerriano es parte del triángulo del progreso formado por empresas, trabajadores y Estado. Fuimos elegidos por el voto popular y vamos a dar todo por hacer una Entre Ríos mejor y más inclusiva. Queremos aportar al país, sumar en este camino del desarrollo y la igualdad. En este camino, también confiamos en que Daniel Scioli es la garantía de seguir viviendo en un país con más trabajo y desarrollo, con justicia social.