Escribe: Fabricio Bovier

Esta semana se presentó el Presupuesto 2.018 en el Municipio de Viale. Y como ocurre cada vez que llega al Concejo Deliberante el Presupuesto, de inmediato se desata una catarata de denuncias, reclamos y críticas.

El punto siempre (pero siempre) es el mismo: El sueldo del Intendente. Ello ocurre desde que uno tiene uso de razón. Cada Presidente municipal, sea radical, peronista o de Cambiemos, reza a todos los santos, a la Virgen y al primer Dios que tenga en su bolsillo para que la discusión del Presupuesto pase lo más rápido posible en el Concejo Deliberante.

Es que cuanto más se demore en salir, más tiempo tendrá la oposición para poner el grito en el cielo por los altos sueldos de los funcionarios.

Cuando le tocó comandar el Municipio a Urchueguía, los ediles de la oposición llevaron el reclamo a lo más alto de la agenda. Hoy, con Brupbacher en el sillón municipal, la cosa no ha cambiado: Su sueldo es el principal tema de debate en ámbitos públicos y redes sociales.

Hasta aquí, nada nuevo bajo el sol. Lo que molesta (y bastante) es el cambio de roles que hacen nuestros representantes, según el lugar que les toque y el momento en que se encuentren.

Veamos. Hasta ayer, el entonces concejal opositor Uriel Brupbacher le enrostraba al Intendente Urchueguía el sueldo que a fin de mes se llevaba a su casa. Pero hubo cambio de roles. Urchueguía ahora ya está en la vereda opositora y Brupbacher en la senda oficial. Conclusión: El que reclama ahora es el amigo Estelio y el que recibe las críticas por el sueldo que se lleva a su casa es el amigo Uriel.

Sigamos con el cambio de roles: Quien hizo silencio de radio mientras trabajaba como funcionario del Ejecutivo en gestiones anteriores es un actual concejal que ahora se acordó que los sueldos son demasiado elevados.

A  la inversa: Quien hoy es concejal oficialista y le encanta el silencio de radio en este tema, ayer denunció públicamente lo que cobraban los funcionarios del Ejecutivo.

Y así podríamos seguir hasta la noche: Quienes hoy se callan, ayer criticaban. Quienes hoy critican, ayer se hacían los dormidos.

Hasta que el debate por los sueldos de los funcionarios no se encare de manera seria, sin chicanas baratas y buscando construir antes que demoler, todo seguirá igual.

Hasta que nuestros dignos representantes no se sienten a debatir con altura y sin golpes bajos, la cosa no cambiará demasiado.

Y si el debate no surge de los mismos concejales, dirigentes y funcionarios, algún día será la gente la que les exija a todos ellos una discusión que permita -de una buena vez- lograr que los sueldos políticos dejen de subir por ascensor, mientras que los sueldos del resto de los mortales lo siga haciendo por escalera.

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