(Escribe: Fabricio Bovier)
Jueves y viernes por la mañana, la ciudad registró un movimiento que preocupó a más de uno. Se veían vehículos, motos, bicicletas y gente caminando por distintos sectores de Viale. Lo mismo ocurrió en localidades vecinas, como Crespo o Paraná, donde al principio también se respetó poco (muy poco) la cuarentena.
Sin embargo, llegó la tarde del sábado y luego la tarde dio paso a la noche. Y ahí sí, créanme, no voló prácticamente una mosca. Mejor, digámoslo de otra manera: Solo volaron las moscas.
Este sábado, mi barrio cambió. Donde vivo, absolutamente todos los sábados es un ir y venir constante de autos, motos y grupos de jóvenes caminando. Pero este finde pasó algo. El panorama fue absolutamente distinto a los sábados anteriores y no me refiero a dos o tres findes pasados. Hablo de muchos pero muchos años a esta parte.
¿Estamos tomando conciencia? ¿Nos dimos cuenta que la prevención es la mejor arma? ¿Comenzamos a hacerle caso a los medios en la insistencia de quedarnos en casa aquellos que podemos? ¿Fue por los operativos constantes de las autoridades? ¿Ahora tenemos miedo? Podría ser alguna de todas estas; o un poquito de todo.
No lo sé. Lo único que me quedó claro este fin de semana, es que en algo estamos cambiando. Y si en algo estamos cambiando, es porque comenzamos a darnos cuenta de algunas cosas. A comenzar a pensar en nosotros. Pero también en el otro; tanto el que tenemos a nuestro lado, como aquel que vive a veinte cuadras de mi casa, pero que también está en la misma que yo.
Hay quienes le llaman solidaridad; otros empatía y algunos hablan de responsabilidad. Como fuere. En algo estamos cambiando. Quizás, en comenzar a darle un poco más de valor a la vida.