La semana pasada fui a llevar ramas al basural. Grande fue la sorpresa al encontrar dos chiquitos de no más de 8 años recorriendo el predio. Los niños tiraban de un carrito construido con lo que alguna vez fue un andador infantil. Allí llevaban botellas de vidrio, una pila de cartón y varias latitas vacías de Coca Cola.
Cuando llegó el último camión municipal a depositar la carga del día, los pequeños se dirigieron de inmediato a la montaña de basura recién ingresada.
Con caras de extraña alegría, los chicos rescataron más envases de aluminio y alguna que otra botella. Con eso, ya tenían su acopladito cargado al tope, dando así por concluida su “jornada laboral” en busca de algunas monedas.
Cuando consulté a gente que conoce los movimientos del predio, me dijeron que lo de los niños en el basural no es nuevo, sino que viene de años…
Hasta que no se implementen medidas de fondo (que ningún gobierno ha logrado hasta ahora), seguiremos siendo testigos de esta durísima postal.
El lugar donde deben estar los chicos es su casa, la canchita de fútbol o una plaza. Pero nunca un basural.
Fabricio Bovier