El Presidente municipal de Viale, Contador Uriel Brupbacher, vetó (es decir, se opuso y rechazó) la ordenanza sancionada que había sido votada por todos los concejales. Cuando decimos todos, entiéndase todos (oficialismo y oposición).
Dicha Ordenanza Nº 1801/18 declaraba la Emergencia Ambiental y Sanitaria de la ciudad y fue sancionada por el Concejo Deliberante ante la grave situación a raíz del humo generado por la quema de residuos en el basural municipal a cielo abierto.
La norma había sido aprobada unánimemente el 27 de marzo y al día siguiente (28 de marzo), el jefe comunal se despachó con el veto. Desconocemos aquí si la medida fue recomendada por profesionales de otra ciudad que normalmente asesoran al Municipio, o si fue idea propia.
Entre las medidas que disponía la ordenanza que ya ha quedado olvidada en algún cajón municipal, figuraban “dotar de personal y recursos municipales para relevar el estado de salud de la población y de los trabajadores municipales afectados al basural, brindar “asistencia médica inmediata, barbijos y todos los materiales de prevención necesarios que recomendaran profesionales médicos”.
Pero no. Llegó el veto. Y con él, toda posibilidad de diálogo. Si bien la normativa legal establece la posibilidad del veto entre las facultades que ostenta un Presidente municipal, cuando ello ocurre, algo ha fracasado en el medio: O el diálogo, o el oído, o la posibilidad de debate.
No interesa aquí si la iniciativa que ya fue vetada provenía de Juancito, Pedrito o Marito. Lo que interesa es que los concejales la apoyaron por unanimidad. Y en la voz de los ediles están las voces de todo el pueblo (ellos nos representan). Sin embargo, con el veto, ese diálogo de gente adulta quedó trunco.
Porque al fin de cuenta, con este tipo de actitudes no pierde ni un concejal, ni el Intendente. Perdemos todos (FB)