Fue un hombre de otro planeta que desde la creatividad dejó huellas imborrables. Sin dudas. Fue un visionario y un rebelde en su época. Rebelde con causa que formó a cientos de jóvenes en las escuelas donde ejerció como docente.
Su larga cabellera, sus intervenciones artísticas en la Avenida San Martín (¿quien no recuerda los pinos convertidos en árboles navideños todos los diciembres?), su mente abierta y su recordada «Casa del Arte», fueron su sello personal que lo trascendieron.
Aníbal D’Agostino no fue un tipo cualquiera. Su paso por este mundo dejó huellas y marcas que hasta el día de hoy son imborrables.
Aníbal fue un tipo que siempre miró para adelante desde la creatividad. Fundó, a puro pulmón y esfuerzo personal, la recordada “Casa del Arte”. Se trató de una verdadera usina generadora de ideas y cultura donde se dictaban talleres, se presentaban libros, se realizaban muestras de fotografías y la lista sigue…
El Profe Aníbal murió a los 40 años en un trágico accidente el 5 de septiembre de 1998. No sólo el mundo del arte lloraba a uno de sus principales referentes.
Con su partida, toda una ciudad perdía a un hombre de otro planeta: Un tipo que demostró que la idea de una sociedad basada en la creatividad, no sólo era posible, sino necesaria.
(Fabricio Bovier)