La ley prohíbe a los medios difundir la identidad de las familias que han donado órganos. Pero en muchos casos, los pacientes trasplantados han podido conocer a los familiares de quien les donó. El tema no es sencillo, porque para las dos familias (donante y receptora), esa situación los ha cambiado para siempre. La vialense Fátima Heinze contó cómo fue su experiencia de conocer a la familia donante y cómo sigue hoy esa relación…
En la última edición de NuevaZona, publicamos el caso de una familia vialense que decidió donar los órganos de un ser querido, luego que sufriera una muerte repentina.
Dicha nota daba cuenta de la solidaridad de los hijos de este hombre, luego de su fallecimiento trágico.
Luego de la publicación, hubo algunos lectores que sugirieron dar a conocer la identidad de la persona donante, algo que la ley prohíbe a los medios.
Salvar vidas y no quedarse en el discurso
Ahora conocimos la experiencia de una familia de Santa Fe, que también donó los órganos de su ser querido luego de fallecer de manera sorpresiva.
El hermano del chico muerto así lo contó a nuestro medio: «Mi hermano murió hace cuatro meses y con mis padres decidimos donar sus órganos. A las pocas semanas de ocurrido el hecho, nos enteramos por las redes sociales la identidad de las personas que habían recibido los órganos».
Dicha donación posibilitó salvar varias vidas, ya que los órganos estaban en condiciones óptimas.
«Al poco tiempo, llamó a casa la mamá de un paciente que recibió los órganos. Fue algo muy fuerte, para mi madre sobre todo. No es fácil entender que para que una vida se salve, otra haya tenido que apagarse, en este caso mi hermano», relató el joven.
«Lo que le dio felicidad a esa otra familia, para la nuestra significó algo muy duro y difícil de sobrellevar», contó.
Así y todo, aclaró el muchacho, «pensar que se salvaron varias vidas a partir de la donación, ayuda de algún modo a contener tanto dolor».
El caso de Fattys
La joven vialense Fátima Heinze, quien recibió un trasplante pulmonar en la Fundación Favaloro en 2014, también aportó su experiencia.
«Los médicos siempre dicen que no es favorable que se conozcan las familias del donante y del receptor. Primero, porque la familia del donante está en un proceso de duelo y puede proyectar a su familiar fallecido en ese paciente, lo que les impide hacer su duelo y entender que es persona ya no está. O también ha sucedido que en algunas ocasiones, le piden dinero diciéndole: ‘en su momento te ayudamos a vos y ahora necesitamos que vos nos ayudes a nosotros’, contó Fattys.
«Otras veces ha existido acoso, porque la familia que perdió un integrante siente que su familiar vive en él, o está vivo en él. Por todo eso, recomiendan que no es conveniente que se conozcan entre la familia del donante y el receptor».
A la inversa, también puede darse en el caso donde el que recibió el órgano, al conocer a la familia del donante, afecte su recuperación (tanto en lo físico, como en lo emocional y psicológico).
Fátima sabe de lo que habla. Siempre le puso su lucha y sus ganas durante todo el tratamiento.
La joven vialense conoció a la familia de su donante, y así lo explica: «Como mi caso salió en los medios nacionales, la familia de mi donante me contactó a través de Facebook a los tres días de estar trasplantada». Quien le escribió a Fátima fue la cuñada del donante.
«Cuando me desperté y estuve en condiciones de leer ese mensaje, le dije que podíamos conocernos personalmente. Y así lo hicimos: Me preguntaron si podían estar en la suelta de globos que se haría en la costanera, durante mi regreso a Paraná; les dije de inmediato que sí. «Sólo haceme señas para saber que sos vos, le dije».
«En un momento, cuando la gente me estaba saludando en la costanera, se puso delante mío una mujer con un bebé en brazos y un señor, y esa mujer se palmeaba el pecho. Ahí que me di cuenta que era la familia de mi donante. Fue muy fuerte; nos abrazamos y no hubo palabras, sólo lágrimas de emoción».
La donante de Fátima era una mujer de 32 años, Maestra jardinera y mamá de un nene de 5 años, que tuvo un aneurisma. Su esposo donó los órganos.
Desde que pasó todo esto, han logrado una relación hermosa. En todos los cumpleaños de Fattys, ellos están presentes. «Sin embargo, sus papás no quieren conocerme hasta el momento y es entendible porque perdieron un hijo. Están en un duelo y es algo muy fuerte; y cada uno trata de aliviar este dolor como puede».