Un grupo de ex internos del Hogar de Jóvenes «Roque Sáenz Peña» volverán a juntarse después de dos décadas sin verse las caras y en el mismo lugar donde crecieron entre lágrimas y búsqueda de contención.

Cada tanto mantienen contacto telefónico o por medio de mensajes en Facebook. Pero la fría tecnología nunca equipara al hecho de verse las caras.

Por eso decidieron reencontrarse. Ya lo habían hecho hace algún tiempo. Pero por motivos económicos o largas distancias, muchos no pudieron asistir aquella primera vez.

Y ahora decidieron redoblar la apuesta. Durante su infancia y adolescencia vivieron en el Hogar de Jóvenes «Roque Sáenz Peña» (hoy denominado Residencia), y al cumplir la mayoría de edad partieron hacia otros rumbos.

Un día se buscaron en las redes sociales y decidieron juntarse. Se prometieron volver a verse las caras. Menos Facebook y más mate. Menos whatsapp y más charla compartida. Menos que, en realidad, significa más.

«La idea de este  reencuentro surge luego de un primer encuentro donde fuimos alrededor de diez ex internos. Allí nos propusimos que para la próxima debíamos localizar e invitar a más compañeros. La mayoría en esa ocasión dio un sí rotundo y todos nos comprometimos a ubicar a más muchachos, ya que la mayoría vive en otras provincias como Tucumán, Buenos Aires,  Córdoba y Mendoza». El que lo cuenta es René Reibele, quien vivió en el Hogar de Viale durante  14 años. René es uno de los principales promotores del reencuentro y quien no pierde detalle de lo que será este segundo volver a verse las caras.

La idea es un reencuentro que en algunos casos se pospuso por 25 años. «Y si bien tenemos contacto vi a Facebook o whatsapp, una charla en persona y un asado de por medio es algo invalorable», reconoce.

Por eso, René confía en que esta vez serán unos treinta muchachos los que volverán a caminar y recorrer ese lugar después de tanto tiempo.

Ahora ya se fijaron una fecha: sábado 16 de septiembre en el  Hogar «del campo». Ese lugar que fue testigo mudo de eternas noches de soledad y sufrimiento. Pero también, testigo de algunas palabras de aliento y de un apoyo que, en muchos de esos chicos de entonces -hoy grandes- significó poder superar obstáculos en su vida.

Fabricio Bovier