Hace tres años tuvo la posibilidad de recorrer distintas ciudades y regiones de México. En ese viaje, notó algo que lo sorprendió y que sería el origen de una iniciativa que posteriormente concretaría en su país.
En aquella recorrida por tierras mexicanas, advirtió que las paredes de las grandes ciudades y también de los pueblos, no eran grises ni sombrías. Todo lo contrario: estaban llenas de colores. De colores y de magia. Sean grandes muros o pequeñas paredes, la mayoría tenían un sello característico y distintivo: en ellas había trazos, formas, dibujos, imágenes, colores. Muchos colores.
¿Y por qué no implementarlo en mi ciudad?, se preguntó a su regreso. Así fue como Cristian “Negro” Romero le planteó la idea al Secretario de Cultura, Enzo Heft.
A los pocos meses, comenzaron a verse los frutos: primero una pared, y luego otra. Al poco tiempo otras más. En el inicio, fue necesario llamar y pedir a la gente para que cediera sus muros.
Pero cuando los vecinos comenzaron a valorar el trabajo y lo que se hacía en los frentes, más temprano que tarde comenzaron a llegar los ofrecimientos: “Yo quiero que también hagan un mural en mi pared”, le decían.
Desde que comenzó a intervenir tapiales en Viale, allá por 2017, el Negro lleva realizados 14 murales. Algunos en espacios reducidos de 3 metros. Pero otros alcanzan los 50 metros.
No se encuentran todos juntos, sino que están repartidos en el centro de la ciudad y también en los barrios más alejados.
Durante un tiempo, Romero contó con el apoyo de Aníbal Tagleabué y Lisandro Almada para realizar los trabajos.
“Tengo que agradecer profundamente a la gente por el apoyo. Tanto a aquellos que brindan su muro, como a los vecinos que se acercan y respaldan el trabajo realizado”, cuenta el Negro.
Hoy, muchos paredones de la ciudad ya no se ven grises, callados ni apagados. Al contrario, varios de ellos nos interpelan, nos hablan, se expresan. Con colores, por supuesto. Con colores y mucha magia.
(Fabricio Bovier)






