Sin riesgo a exagerar, el hecho fue de película. Tuvo todos los ingredientes necesarios para ser considerado como un asalto con ribetes cinematográficos.
Hubo un atraco a un banco, un taxista secuestrado, más de diez empleados y clientes reducidos y una huida en avión. Hubo una banda delictiva que pensó hasta en el mínimo detalle para perpetrar el hecho. Hubo sangre, pero no muertos. Todo ocurrió en la apacible Viale de 1.972.
Vayamos por parte. El 29 de marzo de 1.972 era un día tranquilo y fresco. Había llovido unos días antes, pero esa jornada prometía ser soleada en el pequeño pueblo.
La sucursal del Banco de Entre Ríos había abierto sus puertas cinco minutos antes. Para que la gente se ubique fácilmente, el hecho sucedió en el antiguo edificio donde funcionaba la entidad bancaria, conocido hoy como “Banco viejo” (esquina de San Martín y 25 de Mayo).
Ni bien abrió al público, un grupo de individuos armados y a cara descubierta asaltó la sucursal y se alzó con un botín de 28 millones de pesos (una cifra altísima para la época). Para tener una idea del monto, según algunas estimaciones, esa cifra equivaldría hoy a unos 24 millones de pesos.
Los ladrones utilizaron un taxi del que se apoderaron durante esa madrugada en Paraná (con el chofer del coche encerrado en el baúl) y luego de asaltar el banco vialense, se alejaron en un avión que aterrizó en un camino de tierra, a escasos kilómetros de Viale. Si, como escuchó: en un avión que hizo su despegue en un camino polvoriento, a pocos metros del sitio conocido como “puente del asilo”.
El atraco se produjo minutos después de las 7. Los delincuentes redujeron al agente de custodia – al que golpearon ya que intentó resistencia – y luego sometieron a varios clientes y al personal del banco, tras lo cual obligaron al tesorero a abrir la caja fuerte. De allí retiraron una suma de dinero mayor de la que esperaban encontrar, según diarios de la época que pudimos consultar para este informe.
No esperaban encontrar tanta plata
Además del gerente, el tesorero y el contador, cuando se produjo el atraco se hallaban trabajando unos diez empleados, a los que deben sumarse los cuatro clientes que se encontraban también en ese momento, y el agente de policía. La mayoría de ellos fueron sometidos por los delincuentes y obligados a tirarse boca abajo sobre el piso. Todos menos el tesorero del Banco, que fue obligado a abrir la caja fuerte.
Al parecer, los maleantes se sorprendieron con la suma que había en el lugar, ya que uno de ellos dijo (según relataron testigos del hecho a la prensa de entonces): “Traigan la bolsa, que aquí hay un vagón de plata”.
Confirma también la versión de que no esperaban encontrarse con tanto dinero el hecho de que la bolsa que habían llevado para guardar la plata les resultó chica. Por ello, tuvieron que utilizar de manera improvisada un recipiente que había en el salón para alzarse con los fajos de valores.
La huida
Tras escapar del banco en auto y cuando descendieron del coche para continuar la fuga en un avión – operación que se cumplió en el camino de tierra que une Viale con Tabossi – debieron amenazar y golpear a un agricultor que pasaba por el lugar, ya que iba manejando un tractor en dirección contraria.
De película
El auto que utilizaron los delincuentes para llegar hasta Viale era un taxi que unas horas antes habían robado en Paraná. Lo sorprendente fue que -junto con el taxi-, también se llevaron al taxista. Atado y amordazado, el pobre hombre viajó junto a sus raptores en el baúl del coche.
El vehículo (un Valiant II, chapa de taxi 056, según publicó El Diario de Paraná al día siguiente) fue utilizado para perpetrar el asalto y luego abandonado en el camino de tierra a Tabossi. Allí, los delincuentes tomaron una avioneta para escapar con destino incierto.
Un tractor frente a un avión
El productor agropecuario Raúl García, domiciliado en la zona rural de Tabossi, venía a Viale en su tractor por el camino de tierra. Grande fue su sorpresa, al encontrarse con un avión en sentido contrario.
“Imagínese mi sorpresa –le diría luego a El Diario-. Encontrarme de pronto con un avión que avanza carreteando en sentido contrario por la calle. Pensé en ese momento que podía tratarse de algún percance, aunque en verdad creo que tuve poco tiempo para buscar una explicación porque rápidamente me vi obligado a hacerme a un lado para despejar el camino ante la amenaza no sólo del avión sino también de un individuo que se adelantaba apresuradamente a pie y me hacía señas de que me apartara. Probablemente habría bajado del auto que también se acercaba”. El coche del que hablaba el hombre de campo era el taxi que había sido utilizado para el asalto.
El pobre García logró maniobrar su tractor y correrse del camino, para que el avión pueda seguir su rumbo y despegar.
¿Y el dinero?
Luego del arqueo practicado por las autoridades del Banco de Entre Ríos, pudo determinarse que el botín con que se alzaron los delincuentes alcanzó la suma de 28.600.000 Pesos Moneda Nacional. Tiempo después, los ladrones fueron atrapados, la banda (supuestamente) desarticulada. Pero en lo que hace al dinero, dinero… Ese jamás apareció.
(Fabricio Bovier/NuevaZona)
La palabra de los protagonistas de un asalto histórico
Antonio Juan Perezlindo (Policía que custodiaba el banco)
“Estaba en la puerta y me sorprendieron varios individuos. Yo traté de echar mano a la pistola y forcejeamos, pero me desvanecieron con un golpe en la cabeza, probablemente de un culatazo, lo que me hizo perder momentáneamente el sentido. Cuando pude recobrarme estaba en el interior del salón, tendido boca abajo, con una herida en la cabeza perdiendo sangre, y pude comprobar que me habían quitado el arma”.
Antonio Gomiero (Cliente que se encontraba en la sucursal bancaria)
“Eran aproximadamente las siete y cuarto y yo había ido al Banco de Entre Ríos a controlar el estado de mi cuenta. Mientras conversábamos con el señor Ángel Tropini, una señorita de apellido Geist y el enfermero Sánchez, escuchamos patente una voz que con tono decidido dijo: ‘Esto es un asalto’, al tiempo que ordenaba a todos arrojarse al piso. Vi que un grupo de personas entraba al local llevando a la rastra al policía que estaba en la puerta y lo dejaban en un rincón del local, y observé también que emanaba bastante sangre de la cabeza del agente. El que había hablado esgrimía un arma de grueso calibre y advertía que si nos quedábamos quietos, no iba a pasarnos nada”.
Raúl García (Agricultor de Tabossi que se encontró de frente con un avión en el camino de tierra)
“El hombre que corría a pie hacia mí (delante del avión) venía con un arma en la mano. En realidad casi no pude fijarme en él, ocupado como estaba en maniobrar el tractor para dirigirlo hacia el costado. Alcancé a hacerlo y después no vi nada porque el sujeto se acercó por detrás y me asestó un golpe sobre el cuello, posiblemente con la culata del revólver, y caí al suelo donde debí quedarme boca abajo, aunque sin perder el sentido. Luego escuché cerquita el ruido del motor del avión pero no vi nada más”.
(Las entrevistas fueron realizadas por El Diario de Paraná el 29 de marzo de 1.972, horas después de ocurrido el histórico asalto)