¿Quien dijo que la cosa es fácil? ¿Quién nos hizo creer alguna vez que lo que se consigue sin esfuerzo y sacrificio es mejor?

Hay casos y experiencias de vida que demuestran y nos muestran, que cuando se tiene un objetivo claro y se lucha por un sueño, el resultado llegará al final del camino. Que no se será sencillo ni instantáneo, pero que siempre será el destino el que nos haga ver que las cosas llegan si se lucha por ellas.

Exequiel Winderholler tiene algo para contar, para compartir.

De muy chiquito, soñaba con volar. Añoraba alguna vez estar al mando de un avión.

Y si bien sabía que muy pocos llegan a concretar ese sueño, ello no le importó. Su pasión por volar era más fuerte que sus limitaciones.

Y cuando hablamos de limitaciones, hablamos en primer lugar de recursos económicos (la aviación es una carrera muy costosa).

Pero cuando hay ganas no hay peros. Esa es su filosofía de vida y así fue como logró -un día- poder concretar su sueño.

Empecemos por el principio. Durante la escuela primaria, Exequiel ya sabía que un día los cielos serían suyos. No tenía autitos para jugar. Sus juguetes preferidos eran los avioncitos.

Siendo adolescente, y junto a otros amigos, un día viajó a la Escuela de Aviación de Córdoba a consultar por la carrera. Pero el alto costo que demandaba aquel estudio, lo obligó a posponer su objetivo. Al menos por un tiempo, hasta que la cosa mejore.

En 1995 comenzó con su peluquería, aquella que conserva hasta el día de hoy y que le permitió ayudar a su familia en los momentos más difíciles.

Pero Exequiel no bajó los brazos. Un día, un hombre que fue a cortarse el pelo le contó que era piloto de avión. Y aquella charla fue el puntapié inicial de un recomenzar con su viejo sueño. Un volver a empezar.

El hombre le  explicó detalles de los cursos de piloto de avión que se dictaban en Paraná y cómo era la forma de estudio.

El joven peluquero no lo pensó mucho y esa misma tarde se fue a averiguar. Al poco tiempo, ya se vio cursando en la capital entrerriana y realizando las primeras pruebas. El chico comenzaba a cumplir su sueño.

Sin embargo, conseguir su primer trabajo sería otra gran dificultad. Por eso, cuando supo que en la Escuela de Policía de Entre Ríos había un puesto para realizar lavado de los helicópteros, no lo dudó un segundo. Aquella tarea fue su primer paso en la institución. Luego se convirtió en chofer del vehículo que transporta el combustible para los helicópteros. Finalmente, y después de varios años, logró aquello por lo que tanto luchó: Trabajar como piloto.

«Nunca me resultó fácil. Hice el curso siendo joven y recién después de los 40 pude volar un helicóptero«, cuenta hoy.

En 2010 pudo realizar un curso de piloto de helicóptero en Casilda, Santa Fe.   No le resultó sencillo poder pagarlo. Para hacerlo, usó sus ahorros, sacó un crédito bancario y su mamá le prestó otro poco de dinero.

Actualmente, Winderholler trabaja como piloto en la división Brigada Aérea de la Policía de Entre Ríos. Durante estos años, ha transportado al ex gobernador Urribarri y al actual gobernador Bordet. También, a Cristina Fernández de Kirchner, a numerosos Ministros de la Nación y diversas autoridades provinciales y nacionales.

Además, realiza periódicamente distintos operativos policiales, así como evacuaciones sanitarias, rescates y prevención.

Estos últimos años ha realizado dos importantes capacitaciones en la Fábrica de Helicópteros Bell, en Estados Unidos. Allí se realizan las capacitaciones más importantes del mundo para pilotos.

«Yo les digo a los chicos que no se desanimen. Que luchen por sus sueños, que no bajen los brazos. Que deben tener esperanza y pelear por aquello que tengan pasión. Obviamente que no es fácil ni las cosas llegan rápido. A veces, se demoran más de lo previsto. Pero finalmente llegan», explica Exequiel.

Lo cuenta en su peluquería. Mientras hacemos la nota, un cliente lo espera sentado para cortarse el cabello.

-Y por qué seguís con tu peluquería hasta el día de hoy?– quisimos saber.

-Por una sencilla razón: Durante bastante tiempo, esta peluquería fue mi sustento y hubo gente que vino hasta cuatro veces hasta que me encontró. Yo debía ausentarme para realizar el curso  de piloto. Esa gente hoy sigue cortándose el pelo aquí. Por eso sigo, como agradecimiento a todos ellos por el gran gesto que tuvieron conmigo durante todo ese tiempo.

(Fabricio Bovier)

(Foto: Diego Salcedo)