Su casa es pequeña, pero su corazón enorme. Enrique Karst tiene 88 años y verdaderamente no se nota. Su lucidez y memoria permanecen intactas. Sobre todo, en un tema que lo apasiona desde que era pequeño: el clima.

Hace más de 45 años que don Enrique lleva la estadística de las lluvias en Viale. Día por día;  semana tras semana; mes por mes. Así, desde hace ya 45 años.

Comenzó desde joven a anotar religiosamente la lluvia que caía en cada jornada. Siguió y siguió. Tanto siguió, que al día de hoy es difícil encontrar en la ciudad un registro tan minucioso de precipitaciones como el de Enrique Karst.

«Hubo años realmente secos, donde no llovió ni siquiera 700 milímetros. Pero también hubo años donde la lluvia casi llegó a los 3.000 milímetros en doce meses. Fueron épocas de históricas inundaciones», comenta.

Enrique cuenta que hace varios años, en una misma noche, llovieron en total 348 milímetros. Es común que cuando una lluvia sobrepasa los 200, el número final de las precipitaciones de esa jornada ya se convierte en difusa. Por una sencilla razón: Los pluviómetros, por lo general, no miden más que 100 o 200 milímetros.

En aquella oportunidad,  cuando Enrique contó a los vecinos del barrio que en pocas horas de esa madrugada habían caído 348 milímetros, muchos no le creyeron. «Pero para llevar una estadística seria, es necesario ser responsable», me cuenta hoy mientras conversamos, mate amargo de por medio.

«¿Qué cómo hice para medir 348 milímetros si mi pluviómetro marca sólo hasta 100?», se pregunta. Y de inmediato larga la respuesta: «Porque esa madrugada, fui a vaciar cuatro veces el medidor. Ni bien paraban esos tremendos chaparrones, yo salía al patio y volvía a cero el pluviómetro», explica.

«Aquella noche de los 348 milímetros en pocas horas, cayeron primero 98, luego 96, posteriormente 76 y finalmente 78 milímetros. En cada oportunidad, vacié el medidor y por eso pude saber exactamente cuánto había llovido esa madrugada», cuenta el hombre.

Hace varios años y como el seguimiento de las lluvias ya era parte de su vida, don Enrique llegó a pronosticar (y de manera bastante acertada) el comportamiento extendido del clima.

Por ello, a su casa llegaban vecinos del pueblo y del campo a consultarle su pronóstico personal. ¿Cómo lo hacía?, le preguntamos. «Cuando uno está muy habituado al tema y sigue de cerca el comportamiento del viento, las nubes y la luna, no resulta tan difícil elaborar un pronóstico».

Pero, aclara de inmediato el hombre, eso fue hace ya bastante tiempo. «Hoy sería muy difícil poder realizarlo. Es que muchas cosas han cambiado. Entre ellas, el comportamiento del clima».

(Fabricio Bovier)