De Viale soy adoptivo
y aquí les quiero cantar
llevo en mi pecho un grillo costero
que no se quiere callar.
Por sus calles muy tempranito
al centro lo ven pasar
al curtido jornalero
buscando changa que se haga pan.
Y en los hogares las madres quedan
visten sus hijos de delantal
con las esperanzas que nunca mueren
verlos un día profesional.
Ya no quedan esos trabajos
que con los brazos se hacían ayer
que jornalero no mato el hambre
cuando al pueblo llegaba el tren.
Ya no se oye ese pito
de aquel viejo tren carguero
partiendo con un destete
con rumbo al extranjero.
También estuvo ese coche
donde viajo la esperanza
y eran palomas al viento
los pañuelos a la distancia.
Hoy en sus playas ya no se ven
estiba, chata, ni el de dos varas
hoy es, silos y camiones
y en el recuerdo han quedado
los rieles con los galpones.
Changarines en las esquinas
media docena de aquel montón
de sus almas brotan casullos
en sus miradas estiba y galpón
como esperando un carguero
que atraque en esa estación.
Allí pusieron el hombro
trotaron de sol a sol
abrazando a la arpillera
de la estiba hasta el vagón
y se derramaba sin pereza
por su frente aquel sudor.
Ellos en su sangre lo llevan
el tiempo se lo hace ver
cuando era una romería
aquella vieja estación de tren.
Hoy el jornalero con pena
sueña con el ayer
donde un día sus esperanzas
mueren junto a las vías del tren.