Una señora vive en barrio Solidaridad y la otra tiene su comercio en una esquina céntrica. No son las únicas dos: Otra mujer de la ciudad también está en lo mismo que las anteriores. Las tres confeccionan barbijos y los regalan a personas que puedan llegar a necesitarlos y que por recomendación profesional deben hacerlo (recordar que no es conveniente que todos los utilicemos). Estas tres mujeres son unas gigantes.
Un grupo de vecinos de barrio Bellaco decidió no quedarse quieto. Y hoy por hoy entregan productos como lavandina, fideo o papel higiénico a quien los esté necesitando. Son unos gigantes.
Un muchacho que posee una impresora 3D y que vive en nuestra ciudad, tampoco quiso permanecer inmóvil. No lo dudó: Esta semana comenzó a confeccionar mascarillas con su máquina. Se trata de protectores faciales que, una vez concluidos, serán entregados al personal de la salud de nuestro pueblo. Otro gigante.
Este lunes de madrugada, los recolectores municipales de residuos encontraron varios cartelitos pegados a los cestos de basura. Todos estaban dedicados a ellos: “Gracias por su labor en este difícil momento”; “Queridos recolectores: Gracias por su tarea”; “Ustedes están en nuestras oraciones”. La mayoría de los letreros estaban escritos a mano, y varios de sus autores eran niños. Niños y trabajadores: Tremendos gigantes.
En medio de tanto temor por el virus, de tanta necesidad y tanta incertidumbre, estos pequeños gestos (son sólo una muestra, pero hay muchos más), reafirman que no todo está perdido. Que un día volveremos a la normalidad y podremos –otra vez- reencontrarnos.
Son pequeños pasos a pie de seres anónimos. Anónimos y gigantes.
(Fabricio Bovier)
