Tenía 8 años de edad cuando me tocó despedirte. Si bien era un niño, fui lo suficientemente consciente del dolor que ese momento me provocó.

Recuerdo tus llamados de atención por lo rebelde que era, demostrando siempre lo mucho que me querías, ya que hoy día me doy cuenta que era por mi bien.

Una vez ya internado en la Residencia, un Promotor me acompaño a verte al cementerio. Ninguno de los dos pudimos contener las lágrimas, siendo él testigo del gran cariño que te tengo y su abrazo me hizo recordar que todavía puedo llegar a ser el chico de bien que vos querías que fuera.

Hoy, siendo un adolecente y con todo el sentimiento que me embarga, quisiera decirte lo mucho que te quiero, extraño y la falta que me haces. Daría lo que fuese por tu abrazo y tu beso MAMÁ.

Mi mensaje: A los que la tienen, disfrútenla, demuéstrenle su cariño con palabras y acciones, porque cuando no se la tiene, el sufrimiento no tiene fin.

Fernando.