Corría julio de 1993, cuando Elba Miró (Titina, para todo el mundo), pasó a visitar a una ex alumna que se encontraba internada en el Hospital «Dr. Castilla Mira». Compartieron una charla y cuando se estaba por ir, la paciente le dijo: «No tengo nada para leer y de mi casa podrán venir recién dentro de algunas horas».

«Esa fue como una lamparita que se me encendió y me dije: Algo tengo que hacer», pensó Titina.

Y lo que hizo fue algo que se convirtió en una experiencia con muy pocos antecedentes a lo largo y ancho del país: Una biblioteca dentro del Hospital y para todos los pacientes.

Al principio llevó 60 libros que tenía en su casa. Luego hizo hacer un mueble para colocarlos y pidió un espacio dentro del Hospital. Recuerda como si fuera hoy, cuando le contó al entonces Director Luis Rodríguez sus intenciones de brindar un espacio con libros para los pacientes: «Me encanta la idea, tiene todo mi apoyo», le contestó Luis en ese momento.  Y aquel fue el puntapié inicial para una experiencia que duraría años, muchos años.

Luego se fue incorporando gente y más libros. Tantos, que la biblioteca llegó a contar con más de mil títulos. Había voluntarios que gentilmente iban casi todos los días a leerles a los pacientes. «Pero, sobre todo, a compartir un rato con ellos», cuenta Titina.

«No se trataba de llevar un libro y dejarlo en la habitación. Se trataba de compartir un rato, de leer juntos», explica.

La gente, instituciones y distintas empresas donaron numerosos libros y algunas personas cedían parte de su tiempo para leer junto a los pacientes. «Fue una experiencia hermosa», cuenta la mujer.

«Tan bien les hacía a los enfermos, que muchos nos decían: ‘Mientras ustedes estuvieron en mi habitación leyendo y compartiendo, me olvidé de los dolores». Así de fructífera resultó la experiencia; así de sanadora.

Poco a poco la biblioteca fue creciendo, y no sólo en cantidad de libros. En un momento, hasta  hubo que agregar otro mueble para los libros dedicados a los niños.

En un momento, hasta se adquirió material de enfermería y medicina, para consulta y lectura del personal que cumplía funciones dentro del Hospital.

Fue tan novedosa y enriquecedora la experiencia, que la iniciativa comenzó a ser consultada por otros hospitales entrerrianos que tenían intenciones de abrir bibliotecas dentro de sus establecimientos.

Tal organizada estaba, que la Profesora Marta Tropini llegó a catalogar y clasificar todos los libros que poseía la institución. Además, la señora Alicia Bernardara cumplía funciones diarias dentro de la entidad.

Como había pacientes con problemas en su visión y que no llegaban a leer la letra chiquita de los libros, se imprimieron numerosas carpetas con textos en tamaño grande. Ello posibilitó que personas mayores o con problemas oculares,  no estén impedidos de leer.

Durante más de una década, la biblioteca del Hospital fue una noble y sana compañía de pacientes y acompañantes de enfermos.

Sin embargo, y por diversas cuestiones, luego de unos años la biblioteca comenzó a discontinuar sus actividades.

En la actualidad, buena parte de los libros de la institución (guardados en sus respectivos muebles) aún permanecen en el Hospital «Dr. Castilla Mira». Siguen allí, esperando.

Sus impulsores sueñan con verla otra vez en funcionamiento. «Tenemos fe en reabrirla. Confiamos en poder lograrlo en algún momento», se esperanzan.

Seguramente lo lograrán. Porque cuando las intenciones son nobles y las ganas de hacer por el prójimo siguen intactas, los resultados llegan. A veces se demoran, pero siempre llegan.