Corría 1.988 y la joven cursaba Quinto Año de la Escuela Normal de Viale. Había mucho por delante todavía: La cabeza puesta en el viaje a Bariloche, guisos semanales con amigos, mañanas enteras de mate y no demasiado estudio.
Ser mujer y llamarse Cristian puede ocasionar equivocaciones varias y algunos malentendidos. Pero ninguno como el que motiva el eje central de esta nota: Ser citada como hombre para integrar el Servicio Militar Obligatorio.
Una calurosa mañana, Cacho Rodríguez (uno de los carteros del pueblo) llegó preocupado a la casa de la familia Forestieri. “No puede ser, no puede ser”, repetía Don Cacho. “Llegó la citación a Cristian para el Servicio Militar”. El cartero traía entre sus manos numerosas citaciones para los varones de la clase 1.970. Allí figuraban varios compañeros de curso de Cristian. Y entre los nombres de ellos, también el de ella.
Al principio, la joven no se hizo demasiados problemas. Sin embargo, cuando la chica contó al otro día la anécdota en la escuela, su profesor Pepe Rojo la hizo entrar en razón: Había que hacer la denuncia en sede policial.
La comisaría fue el lugar en que se dieron cuenta dónde estaba el origen del malentendido: La renovación a los 16 años de los antiguos DNI (las recordadas libretas de tapa verde) tenían un espacio para completar Femenino o Masculino. A la protagonista de esta nota la habían registrado como Masculino el día que renovó su documento de los 16. “Por ello, dos años después me citaron para el Servicio”, explica Cristian muy sonriente al recordar la pintoresca anécdota.
Pues bien, aquella mañana realizó su denuncia y, en apariencia, el malentendido legal estaba concluido. Se había presentado en la policía para aclarar que era mujer y como tal, no tenía que realizar el servicio militar (por entonces, obligatorio para los hombres). Pero todavía faltaba un poco más…
Al año siguiente, “recibí mi nuevo documento y de manera correcta: ahora ya volvía a ser mujer”, cuenta entre risas a NuevaZona.
Pero no todo concluyó allí: Un año después de la denuncia policial, fue citada por la justicia federal de Paraná. Le exigían que diera explicaciones. Consideraban que era “infractor” al no haberse presentado en su momento al servicio militar. Algo había pasado en el largo camino de la burocracia: Por alguna razón, la justicia nunca se enteró que ella había realizado denuncia para dar cuenta que si bien se llamaba “Cristian”, era mujer.
“Quien me acompañó al Juzgado Federal fue mi recordado y querido amigo Edgardo “Caldu” Pesoa. No me olvido más la situación: Estábamos en el pasillo, y cuando el secretario del Juzgado llamó en voz alta para que ingresara ‘Cristian Forestieri’, yo me levanté de la silla y quise entrar al despacho. Pero de inmediato, pidió que entrara el varón llamado ‘Cristian”, pensando que mi amigo era el hombre citado por la justicia. “Soy mujer y me llamo Cristian”, le aclaró de inmediato la joven.
Llegaba así a su fin un largo (larguísimo) camino de malentendidos, trámites y confusiones.



