«Llevo limpio 3 meses y 2 días», me cuenta uno de los chicos. Otro dice: «Ya 6 meses y 1 día sin consumir». Finalmente, el tercero también detalla cuántas jornadas lleva sin contacto con las drogas.

Son tres adolescentes de Viale. Cada uno con su historia y sus sueños. Cada uno, con un anhelo de un presente menos duro y un futuro más esperanzador.

Allí están juntos, trabajando en una tarde soleada de agosto. Con pala y rastrillo. En comunidad; en una huerta orgánica muy prolija, organizada, cuidada.

Forman parte del proyecto de la Iglesia Evangélica Congregacional de Viale, que lleva por nombre «Sembrados en buena tierra».

Trabajan en un predio otorgado en comodato por el Municipio y ubicado en un sector del ex Autódromo local.

No están solos. Tienen el apoyo, compañía y contención, del Pastor Sergio Gillig y la Profe Lorena May.

«Allí está la lechuga. Aquí la rúcula, repollo y perejil. Más allá, la zanahoria, cebolla y brócoli». Quien lo explica es Mauri, 19 años. El muchacho, durante estos casi seis meses que lleva el proyecto, se ha convertido en un especialista en cultivos, abono, riego y variedades de semillas.

«Este proyecto tiene como objetivo generar un espacio reflexivo a modo de terapia integral en el tratamiento del consumo de sustancias», explica Gillig.

El Pastor nos cuenta que la iniciativa tiene el apoyo del Municipio y el INTA. El ente nacional brinda asesoramiento semanal. Además, entregó al inicio del proyecto semillas, mangueras, palas y rastrillos.

«Yo vengo de lunes a lunes, de 13 a 19 horas. Aquí siembro, quito malezas y mantengo la huerta», cuenta Mauri.

Bauti tiene 13 años y una gran sonrisa. Mientras charla, no pierde de vista el sector de la rúcula y el repollo.  

Juan, de 15 años y fanático de las motos, explica que periódicamente abonan la tierra, para lograr una mayor producción.

«Lo importante es que los chicos tengan este espacio y que puedan seguir», explica Sergio. Agrega, además, que tienen en carpeta el proyecto de un vivero para el próximo año. «Confiamos en que lo podremos concretar». Sin dudas que lo llevarán a cabo, porque las ganas están.

La producción, una vez lista, será comercializada en Viale. «Ya tenemos muchas reservas», cuenta -expectante- uno de los chicos.

Mauricio explica que la producción será vendida a familias de la ciudad y también en ferias de la plaza. «Casi toda la gente de la iglesia ya se anotó para comprar», comenta Gillig.

Las huertas para el tratamiento de adicciones se han replicado en varios puntos del país los últimos años. Mediante ellas, se busca promover la responsabilidad, el trabajo en equipo y el buen uso del tiempo libre.

Y, paso a paso – pero bien firme-, no caben dudas que este equipo ya lo está logrando.

(Fabricio Bovier)

-La nota completa se publica en la Edición Papel de NuevaZona-