Hacía bastante que no se veía una lluvia como la de este sábado. Lluvia que puede traducirse -lisa y llanamente- como una verdadera bendición para toda nuestra zona y la producción de los campos.
Hoy llegó el esperado aguacero, y con él, los barquitos de papel a las calles de la ciudad. Barquitos que nosotros disfrutábamos cuando éramos niños y con los que hoy también juegan nuestros chicos. Pequeñas armazones flotantes que jamás pierden vigencia.
Gracias (con mayúscula) al Cielo. Porque la lluvia trajo, además de alivio a la dura sequía, los barquitos de papel. Y con ellos, las aventuras mágicas de cunetas, charcos y piecitos descalzos corriendo por ahí.
Bienvenida lluvia. Hacías mucha falta por aquí…
(Agradecemos a Agui las fotos)

