Escribiré esta nota en primera persona y contaré una anécdota que viví hace bastante tiempo. Ya hace algunos años que corro y debo confesarlo: Este deporte significa un cable a tierra, me hace muy bien y aquí encontré un ambiente sano, con gente que busca superarse a sí misma.
Y la Tabossi-Viale tiene mucho que ver con mi historia personal. Esta prueba atlética se convirtió en mi primera incursión en una carrera. Fue hace cinco años. Como mi sueño siempre había sido participar de una maratón, aquel año (con más dudas que certezas) me inscribí.
Obviamente, mi objetivo no era hacer un gran tiempo. Mi sueño –apenas- era llegar; esa era mi verdadera meta. Quería saber qué siente un corredor cuando atraviesa el arco de llegada. Qué siente? Ríe? Llora? Baila? Canta? Respira?
Pues bien, aquel año logré hacerla. Y cuando atravesé finalmente la meta, caí en la cuenta: Ni reí, ni lloré, ni canté. Tampoco bailé. Apenas si pude respirar…
Ese año me di cuenta que atravesar un arco de llegada era mucho más que todo eso junto. Arribar a la meta me enseñó que la vida no está hecha de grandes logros, sino de pequeños pasos que uno va dando. Y que, sumados, esos pasos hacen que uno pueda finalmente superarse a sí mismo, atravesar un cartel de “Llegada” y cumplir un sueño.
Bienvenida al ruedo nuevamente “Tabossi-Viale”. Te estábamos extrañando. (FB)
