Las pasaste a todas, Anto. A todas. Desde que eras muy niñita conociste clínicas, médicos, tratamientos, cirugías, remedios y más remedios. Una lista interminable.
Las viviste a todas, Anto. Y jamás bajaste los brazos. Siempre con tu sonrisa de colores, aún en los días más oscuros.
Jamás te quejabas. En cada una de las notas que hicimos, irradiabas luz. Tremenda y viva luz.
Es tan grande el nudo que tenemos todos por aquí, que ni las palabras nos salen. Te lo juro. No nos salen.
Dale fuerzas a tus viejos Anto, a tu hermana, tus abuelos y tus tías. Desde donde estés, dale fuerzas.
Y te aseguro: Tu dulce forma de ser, tu espíritu de lucha incansable y tu manera de enfrentar la adversidad no se apagarán. Nunca.
Te amamos.
(Fabricio Bovier)